INTEGRAL WORLD: EXPLORING THEORIES OF EVERYTHING
Un foro independiente para una discusión crítica de la filosofía integral de Ken Wilber



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PRÓLOGO

Ken Wilber

Es para mí un placer presentar el libro Ken Wilber: La pasión del pensamiento, de mi amigo Frank Visser. Y, puesto que tengo algo que ver con el tema, espero que el lector me perdone que empiece con un comentario interesado y le agradezca el subtítulo, La pasión del pensamiento. Cuando, en 1983 me mudé a la preciosa casa que Roger Walsh y Frances Vaughan tienen en Tiburon (California), me convertí en un buen amigo de Rollo May que, en esa época, tendría unos setenta y cinco años de edad, pero todavía estaba muy lúcido y era muy incisivo. Por muchas y muy diversas razones, Rollo se había convertido, para mí, en un auténtico héroe. En primer lugar, había sido alumno y amigo de Paul Tillich, uno de los principales existencialistas y uno de los dos o tres grandes teólogos de este siglo. En segundo lugar, Rollo era el principal exponente del existencialismo y, más concretamente, de la psicología existencial, en los Estados Unidos, por todo lo cual constituía un eslabón vivo con los grandes filósofos europeos que habían conformado mi visión. (A menudo me describo como un pensador de Europa del norte que vive como un europeo del sur y que practica una religión oriental... o algo así. Yo no me considero especialmente "americano" aunque, lamentablemente, así sea como me vean los europeos, en un ejemplo palpable de lo difícil que resulta sustraerse al influjo de la propia cultura. ¿A quién puede interesarle, en realidad, el empirismo anglosajón o el pragmatismo del cowboy?) Rollo era, en fin, una persona maravillosa, cordial, ocurrente y sabia.

Y ahora viene el comentario interesado al que antes hacía referencia porque, para la contraportada de uno de mis libros (Después del Edén), Rollo dijo «Ken Wilber es el filósofo más apasionado que conozco», mi comentario preferido de entre todos los que, de ven en cuando suscitan mis libros, sobre todo viniendo de Rollo para el que, como buen existencialista, la pasión es un sinónimo de la autenticidad. Lo menciono porque el subtítulo del libro de Frank me lo recordó y despertó también mi gratitud. La verdadera filosofía debe alentar el fuego de la pasión, hacer hervir el cerebro y freír los ojos... aunque también debe hacer lo mismo en el otro extremo del espectro de los sentimientos y es leve como la bruma, serena como el llanto y sostiene al mundo entre sus manos con la misma delicadeza que si fuera un bebé desnudo, tierno, sensible y vulnerable. Sinceramente espero que, si he aportado algo a este campo, sea un poco de pasión.

El libro que el lector tiene entre manos, aunque versa sobre mí y mi trabajo, constituye, en realidad, un acercamiento a la filosofía, la psicología, la espiritualidad y la condición humana en general. Es cierto que se trata de una crónica de mi viaje particular hacia dominios que espero que sean cada vez más integrales, pero considero mucho más importantes las ideas transmitidas que las peripecias del portador.

En este libro, Frank nos presenta un resumen de algunas de las fases de mi trabajo y sus propios comentarios al respecto. Y permítanme decirles que en modo alguno me considero el responsable de sus méritos, como tampoco lo soy de ningún otro libro que se haya escrito al respecto. También debo decir que no lo he leído con detenimiento (exceptuando el material biográfico) y que, en consecuencia, no puedo refrendar su validez y tampoco, por tanto, responder a las críticas que suscite. Frank Visser ha estudiado el tema muy cuidadosamente y agradezco mucho sus esfuerzos por acercar el enfoque integral al público en general. Pero, independientemente de la exactitud con que refleje mis ideas, es indudable que aborda cuestiones que deberían formar parte de cualquier abordaje integral y que, por esa sola razón, constituye una valiosa contribución al diálogo integral. Yo mismo tengo algunos desacuerdos puntuales y amables con Frank sobre muchos de estos temas, pero las conversaciones que he mantenido con él siempre me han enseñado algo importante y es por ello que creo que este libro también podrá resultar provechoso para el lector.

"Integral" significa comprehensivo, inclusivo, no marginador y abarcador. Esto es, precisamente, lo que tratan de hacer los abordajes integrales a cualquier campo, incluir el mayor número de perspectivas, estilos y metodologías en una visión coherente. En cierto sentido, los enfoques integrales son "metaparadigmas" que tratan de unificar paradigmas distintos en una red interrelacionada de enfoques mutuamente enriquecedores. Existen, por ejemplo, una buena docena de visiones diferentes de la conciencia, pero el enfoque integral insiste en la necesidad de sintetizar las verdades parciales que todas ellas encierran en una visión más comprehensiva y global. Y lo mismo podríamos decir con respecto a las muchas escuelas de psicología, sociología, filosofía, antropología y espiritualidad, puesto que todas ellas poseen fragmentos importantes del acertijo integral que deben ser honrados e incluidos en un enfoque más abarcador e integral.

A menudo me han preguntado cuál sería el libro que recomendaría como introducción a mi obra y creo que Breve historia de todas las cosas es el que mejor podría servir para ello (aunque Una teoría de Todo sea probablemente más corto y más sencillo). Breve historia fue escrito como una versión divulgativa de Sexo, ecología, espiritualidad (SES), el libro en que expuse por vez primera mi visión integral. Los libros anteriores a SES eran exploraciones preliminares de los estudios integrales y, aunque muchos de ellos muestran lo que considero que son aspectos importantes de una visión integral, yo no empezaría la lectura antes de Sexo, ecología, espiritualidad, que fue el libro en el que revisé y resumí toda mi obra anterior. Como ya he dicho, SES fue el primer libro en el que esbocé mi versión de los estudios integrales (a la que, en ocasiones, he llamado "OMOC", una abreviatura para "omninivel, omnicuadrante, omnilínea, omniestado, omnitipos, etcétera"). Después de SES, sólo volví a los libros anteriores de manera puntual para elaborar algún que otro elemento compositivo de una teoría más integral. El problema con el relato cronológico de mi obra es que, al revivir los debates y diálogos de aquellos tiempos, muchos de los términos que hoy en día utilizo han acabado contaminándose irreversiblemente de las distorsiones de los críticos que, en su momento, malinterpretaron lo que estaba diciendo. Personalmente no creo que esos debates tengan mucho interés histórico, por cuanto que una historia de las distorsiones no es una historia de los hechos, sino de las interpretaciones distorsionadas de los hechos. Pero también debo decir que, al mismo tiempo, no deja de tener, en tanto que relato, su interés y su mérito, aunque sólo sea como ejemplo ilustrativo de un conflicto de paradigmas que generó muchos malentendidos a los que, de un modo u otro, contribuyeron todos los implicados (incluido, obviamente, yo mismo).

Los acontecimientos que condujeron hasta SES, que vio la luz en 1995, también pueden ser de interés. Hacía casi una década que no había escrito ni publicado nada, una década en la que me dediqué fundamentalmente a cuidar de mi esposa, que fue diagnosticada de cáncer poco después de casarnos. Todavía no nos habíamos ido de luna de miel cuando recibimos las malas noticias. Treya y yo nos casamos en 1983 y ella murió en 1989 y, para cumplir con una promesa, relaté nuestra ordalía en Gracia y coraje. Eso fue casi todo lo que escribí durante esos diez años. Todos los acontecimientos que viví con Treya durante todo ese tiempo provocaron en mí una transformación profunda e irreversible. Creo que SES refleja, en parte, el resultado del desarrollo individual promovido por nuestra relación. Crecimos juntos, nos iluminamos y morimos juntos. Todo los libros que escribí hasta SES tenían una dedicatoria pero, después de él, ninguno la ha tenido, porque todos han estado dedicados a ella.

Sea como fuere, los diez u once libros que había escrito anteriormente eran ensayos, vislumbres preliminares o fragmentos de un abrazo integral que luchaba por emerger. Fue como si los acontecimientos que acompañaron a ese tránsito hubieran posibilitado un crecimiento del espíritu, concedido por la gracia, que abrieron el suficiente espacio para que finalmente pudiera atisbar el horizonte integral. En cualquiera de los casos, sé que todos el trabajo que he posteriormente he llevado a cabo salió de un Corazón que jamás hubiera podido descubrir a solas.

A veces divido mi trabajo en cuatro fases, en la que la última (la fase-4) se inicia con SES y prosigue con seis o siete libros más. En ocasiones, también me preguntan si habrá una "fase 5" y no sé muy bien qué responder. Como señala Frank, en el último año habré escrito unas dos mil páginas y supongo que algo de eso, que me parece bastante novedoso, podría servir para dar ese paso. Y, puesto que la mayor parte de ese material sólo verá la luz después de la publicación del libro de Frank, invito al lector interesado a echarle un vistazo en wilber.shambhala.com y en integralinstitute.org y decidir por sí mismo si merecen el rimbombante calificativo de "fase-5" o si no son más que un montón de variaciones sobre el mismo tema. En cualquiera de los casos, ahí hay algo que me parece definitivamente nuevo, como una semiótica integral y un "cálculo integral" (una forma de matemáticas que reemplaza las variables con perspectivas). Pero ¿quién sabe?

Lo único que sé, y que me gustaría subrayar una vez más, es que cualquier teoría integral no es más que eso, una simple teoría. Siempre me sorprende, aunque tal vez debiera decir que me conmociona, el comentario de que estoy alentando un abordaje intelectual a la espiritualidad cuando, en mi opinión, lo que estoy haciendo es exactamente lo contrario. Creo que el hecho de que un autor escriba, pongamos por caso, una historia de la danza, no significa que afirme que las personas deban dejar de bailar y contentarse simplemente con leer. He escrito tratados académicos que abarcan áreas tales como la espiritualidad y su relación con el esquema mayor de las cosas, pero mi recomendación al lector siempre ha sido la de no contentarse con leer y emprender una auténtica disciplina espiritual. Creo que, en cualquier enfoque realmente integral a la danza, debe haber el espacio suficiente para que uno pueda bailar y también leer sobre ella. Haga ambas cosas pero, en cualquiera de los casos, no se limite a leer el libro. Eso sería como irse de vacaciones a las Bermudas sentándose en el sofá de su casa y hojeando un atlas. Mis libros son mapas pero, por favor, que no le impidan ir a las Bermudas y verlas por sí mismo.

Vea por si mismo si, en las profundidades de su conciencia, puede usted encontrar, aquí y ahora, la totalidad del Kosmos, porque ahí es precisamente donde reside. Los pájaros cantan en su conciencia; las olas del océano rompen estrepitosamente en su conciencia y las nubes se desplazan en el cielo de su conciencia. ¿Dónde está esa conciencia cuyo abrazo engloba al universo entero y conoce los secretos de Dios? En el punto inmóvil de este vertiginoso mundo, en el centro secreto del universo conocido, tras los ojos de quien ahora mismo está leyendo esta página, en el origen mismo del que brota el pensamiento, contemple cómo emerge el Kosmos entero, danzando salvajemente con una pasión que la filosofía trata de apresar, coronado de una gloria y sellado de una admiración que los amantes tratan de compartir, desplazándose apresuradamente en el mundo del tiempo que no es sino el modo en que se expresa la eternidad. ¿Dónde está ese Yo en usted?

El enfoque integral no es más que un intento de clasificar en categorías, en términos conceptuales, el modo en que esa gloria se manifiesta. Pero no es más de eso. Cada uno de mis libros contiene alguna que otra frase que dice, más o menos, lo siguiente: «Ésta es, pues, la historia del proyecto Atman y ésta es también mi forma de compartir lo que he visto, una pequeña ofrenda de lo que he llegado a recordar, el polvo zen que conviene sacudirse cada tanto de las sandalias, una mentira, a fin de cuentas, ante ese Misterio que es lo único que existe». (Ejemplo procedente de El proyecto Atman.)

Dicho en otras palabras, todo mis libros son mentiras, simples mapas del territorio, sombras de la realidad, símbolos grises que arrastran pesadamente sus vientres sobre la página muerta, signos cargados de furia y de gloria que no significan absolutamente nada. Y esa nada, ese Misterio, es la única Vacuidad que debe ser realizada; no conocida sino sentida, no pensada sino respirada, no un objeto sino un clima, no una lección sino una vida.

Lo que sigue es un atlas, un libro que contiene mapas que, a mi juicio, son muy globales pero que, en última instancia, no dejan de ser más que mapas. Úselos tan sólo como un recordatorio para bailar, para indagar en su Yo, el Yo que contempla esta página y este Kosmos en el mismo vistazo. Y luego exprese esa gloria en mapas integrales y cante apasionadamente lo que haya visto, los sonidos que el tierno Corazón le haya susurrado quedamente al oído en el silencio de la noche y venga y comparta con nosotros lo que ha escuchado en su viaje a las Bermudas en el Silencio vibrante que sólo usted posee y en el Corazón resplandeciente que sólo juntos podemos llegar a descubrir.

K.W.

Denver, Colorado

diciembre de 2002